ternacional le otorga a la familia. Sin embargo, por más que
celebramos esta onomástica, algunos tipos de familia viven en la
exclusión permanente. Todavía hay que seguir recordando la necesidad de
reconocer la igualdad entre hombres y mujeres, así como de poder
conciliar un trabajo decente con la vida familiar. Sin trabajo no se
puede sustentar una familia. Por desgracia, el desempleo es uno de los
principales problemas de nuestra sociedad actual. El mundo se enfrenta
al desafío de crear seiscientos millones de empleos productivos durante
la próxima década, sin en verdad queremos mantener la cohesión social y
el crecimiento de las familias.
Evidentemente, los países deben caminar en función
de las familias. Sus gobiernos han de activar políticas sociales para
crear empleos. La recesión económica ha hundido a millones de hogares en
la miseria. Para salir de esta pobreza, la vida laboral de las familias
es fundamental. Cualquier familia afectada por desempleo, corre el
riego de desocuparse de todo y caminar a la deriva. Es esencial, pues,
el trabajo y nadie debe ser excluido de este deber, ni de este derecho.
Una sociedad, donde el derecho al trabajo es negado a parte de sus
ciudadanos, es una comunidad injusta, que difícilmente puede generar
bienestar social.
No olvidemos que familia y trabajo van
estrechamente unidos. El bienestar económico no llega por la cantidad de
bienes producidos, sino por la manera de redistribuirlos en las
familias de manera equitativa. Desde luego, hace falta un mayor
compromiso político en cuanto a la inclusión de la familia en los
programas de gobierno de todo el mundo. Ha llegado el momento de crear
un entorno propicio para fortalecer y apoyar a todas las familias, sin
distinción alguna, y en este sentido, el trabajo es una condición para
hacer posible la fundación de una familia, que, por otra parte, a través
de ella, discurre nuestra propia historia.
En la familia convergen multitud de problemas no
resueltos, como es la falta de oportunidad para los jóvenes, con ese
desempleo masivo, la discriminación contra la mujer e inadecuadas
costumbres educativas con tintes desintegradoras. Por eso, nos llena de
esperanza que, en la Conferencia del Rio+20, a celebrar en junio en
Brasil, los dirigentes mundiales, junto con miles de participantes del
sector privado, las ONG y otros grupos, reunidos para descifrar la
manera de poder reducir la indigencia en el planeta, debatan sobre el
trabajo y la creación de empleos dignos, entre otros temas.
La familia hasta ahora no ha merecido una atención
especial a nivel mundial, nada más que unas buenas intenciones
plasmadas en papeles. Los programas deberían apoyar mucho más a las
familias en el desempeño de sus funciones, en lugar de proporcionar
sustitutos para ese ejercicio. Hoy son muchas las familias en este
planeta, que no tienen una remuneración suficiente para satisfacer sus
necesidades y las de su estirpe. Y tampoco tienen asegurada una
protección social, económica y jurídica, que les corresponde como
personas. Los recortes sociales, impulsados por muchos países, se han
cargado la economía de familias obreras, cuya protección social es
básica para la supervivencia.
victor suarez