 |
La AUTORA es médico cirujano general, ayudante del Departamento de Cirugía general hospital Taiwán, de Azua.
|
|
|
|
Si esta sociedad se torna cada día más
violenta es producto de las relaciones sociales y del sistema
socioeconómico que las sustenta
Hoy se plantea que la situación social que vivimos es causada por una crisis en los valores éticos y morales. Puede haber algo de cierto en esa posición que se repite incesantemente.
Pero,
¿De dónde surgen los valores éticos y morales que proclamamos? ¿Cuáles
son los valores fundamentales o reales que la sociedad enarbola como
mejores?
Muchos de los sucesos violentos ocurridos en los últimos años han sacudido la conciencia del pueblo dominicano.
Esta
situación nos ha llevado a señalar la violencia como uno de los
problemas fundamentales que afectan nuestra sociedad en la actualidad. La
violencia es la manera de actuar contra el modo de proceder, haciendo
un uso excesivo de la fuerza. También se puede definir como la coacción física ejercida sobre una persona para viciar su voluntad y obligarla a ejecutar un acto determinado.
En
sentido general, la violencia se puede ver como algo que impide la
realización de los derechos humanos, comenzando por el más fundamental:
el derecho a la vida, seguido por el derecho a la libertad.
Tomando
como punto de partida estas definiciones, veremos cuál puede ser la
causa fundamental de que en nuestra sociedad cada vez más aumenten los
niveles de violencia.
Estos actos nos impactan más cuando en ellos se ve el desprecio por la vida.
Acciones
de homicidio, asesinatos, ajusticiamientos, venganzas, violencia
intra-familiar, maltrato a menores y pandillerismo, etc; son fenómenos
que con asombro se repiten a diario en nuestro país.
En
fin, crímenes horrendos como descuartizamientos y el asesinato a sangre
fría nos han impactado tanto que hasta el más común de los ciudadanos se ha puesto a meditar sobre éstas tragedias.
Pero
violencias como las que anotamos, relevantes por su crueldad, ocultan
otro tipo de violencia que comúnmente pasa inadvertida.
Nos referimos a la violencia que, como dice la definición, vicia nuestra voluntad o impide nuestra libertad.
Para
analizar qué es la violencia tenemos que partir que ella es un fenómeno
social que se da en la convivencia diaria de los seres humanos.
El
ser humano es en su realidad el conjunto de las relaciones sociales.
Por tanto, buscar el origen de la violencia actual es escudriñar dentro
de nuestro propio sistema social. La
sociedad humana en su devenir histórico ha moldeado y fortalecido
valores fundamentales como la paz, la justicia, la solidaridad, el
respeto al derecho ajeno, etc.
Estos son valores esenciales y universales, válidos para todas las sociedades, Pero, ¿Por qué no se concretan?
Nuestro sistema sociopolítico, surgido de la Revolución Francesa, proclamó valores esenciales como la Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Estos
valores están muy lejos de ser alcanzados. Por ejemplo, la sociedad de
libre mercado o neoliberal produce desigualdad, sus fundamentos se basan
en la libre competencia, en un absoluto
individualismo y la lucha por escalar un nivel social cada vez más alto
se convierte en el objetivo esencial de la vida. Este sistema social
con sus contradicciones y desigualdades jamás puede brindarle la
oportunidad a todos los individuos de alcanzar esos ideales.
El sistema promueve el consumismo y la buena vida, pero excluye a la mayoría de la población del goce de esos bienes.
Esto
lleva a que las personas movidas por el afán de lucrar, de buscar el
dinero para satisfacer las exigencias que la sociedad le impone, trate
por todos los medios de alcanzar la riqueza para no sentirse excluido y
disminuido como ente social.
Se
podrá objetar que muchos delincuentes y asesinos no tienen necesidades
de adquirir más riquezas y en cambio cometen delitos graves.
Esto
es cierto y aceptamos la objeción, pero el hecho de que le demos
preponderancia al factor social, no quiere decir que el factor
psicológico y de vivencias individuales no sean elementos que induzcan
al delito o al crimen.
La verdad es que todos estos factores se
conjugan para crear las condiciones necesarias para que aparezca algún
tipo de violencia. Lo que sostenemos es que el sistema social actual no
podrá erradicar la violencia mientras siga generando condiciones de
desigualdad.
Se ve con preocupación que por muchos esfuerzos que
hagan las instituciones y organizaciones en materia educativa o
religiosa, la violencia sigue creciendo y parece que ninguna campaña
surte el efecto deseado.
En este aspecto se debe tener claro que
aunque se reconoce el problema, el sistema económico se ve obligado a
priorizar la captación de ganancias, el beneficio económico es la
finalidad del sistema y mientras esas sean las reglas, cualquier intento
de erradicar la violencia será como escribir en el mar o predicar en el desierto.
De ahí que aunque se lancen campañas educativas y se denuncie la violencia, los programas donde la violencia es el tema preferido, los que promueven la morbosidad y contenidos pueriles, son los más publicitados y más vendidos.
De este modo existe una contradicción entre lo que se desea para una mejor convivencia social y lo que se ofrece a la sociedad.
Por
su esencia, el sistema social neoliberal, cuya violencia subterránea
corroe cada día la dignidad de miles de desempleados, miserables y
desamparados, está inhabilitado para acabar con la violencia porque sus
valores basados en el egoísmo económico están lejos de construir una
nueva sociedad.
Si esta sociedad se torna cada día más violenta
es producto de las relaciones sociales y del sistema socioeconómico que
las sustenta.
El costo económico de la violencia es preocupante porque está
literalmente revirtiendo el desarrollo, destrozando medios de vida,
destruyendo infraestructuras, reduciendo la inversión extranjera
directa, retrasando el crecimiento económico e impidiendo la consecución
de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Ante esta situación hacemos un llamado a los Estados signatarios de la Declaración
de Ginebra para que refrenden firmemente una serie de medidas que les
comprometan a reducciones tangibles y a contabilizar la violencia a
través de prácticas demostradas que restauren la dignidad humana.
construyan medios de vida y contribuyan a un desarrollo verdaderamente
sostenible.
|