MAS HISTORIAS

Tuesday, September 27, 2011

De indios, vaqueros y perros prietos

Cada día amanece con una nueva oportunidad, dicen, y una amiga siempre me recuerda que se llega virgen a todas las etapas de la vida. Aquí voy, pues, en la punta de la flecha de este lunes, lanzada desde el arco de algún guerrero del destino, a trabajar con ciertos ejemplares caninos.
Me gustaban los paquitos y películas de vaqueros como a cualquier otro carajito, pero, contrario a la mayoría de mis amiguitos, además de los pantalones de cuero y de las correas con hebillas de plata con revólveres y
balas a su alrededor, como las lucían Gene Autrey, Wyatt Earp o los hermanos Cartwright de La Ponderosa, me llamaba mucho a la atención la forma de vida y la filosofía de los indios americanos; el respeto a la madre naturaleza, el misticismo frente a los espíritus sagrados que rodeaban su existencia y, sobre todo, lo que más me impresionaba y marcó mi vida para siempre fue el respeto a los animales como el búfalo, el lobo y su descendiente el perro, considerado el mejor compañero del reino animal que una persona puede tener.
Este interesante animal ha sido para el hombre y la mujer fiel compañero desde tiempos ancestrales. Leal, valiente e inteligente, podría decirse con propiedad que llega a conocer a su amo mejor que cualquier persona. Incluso a distancia, sabe si el dueño está feliz, incomodo o preocupado. Su olfato y percepción trascienden los límites de los sentidos humanos. Por eso me llaman a la reflexión, en estos tiempos donde la deslealtad y el transfuguismo son tan cotidianos que llegan a confundirse como actitudes normales y hasta aceptadas dentro de nuestros marcos referenciales públicos y privados. Siguiéndole los pasos a estos ejemplares con los que me toca trabajar esta vez, veo como mantienen su espacio bajo control sin afectar a sus compañeros, respetando cada uno el suyo como comandados por una orden interna.
Su lealtad al amo va más allá del alimento y llega más lejos que el amor; es algo que no negocian y llegan a entregar la vida si es necesario. No transigen cuando de respeto se habla, te miran a los ojos y se conectan a ti de una manera impresionante. No se venden ni se duermen en sus posiciones, y en un segundo pasan de postura de descanso a alerta como si tuvieran un resorte dentro de su cuerpo.
Y como por gravedad, la de la física o la de la realidad que nos rodea, me estrello contra la historia de nuestro país, rebosada de hombres y mujeres leales, humildes y valientes que dieron todo porque sus hijos se desarrollaran en un clima de libertad y de paz; mujeres que desafiaron la tradición del poder y el machismo, y que derramaron su sangre para erigirse en estandartes de nuestra patria y del mundo. Tuvimos presidentes que contra todos los pronósticos se convirtieron en líderes de un pueblo trabajador avasallado y del campesinado, y nuestra historia cuenta con militares que entregaron su vida por los que creyeron eran los más sanos ideales.
Es traumático despertarse y entre los titulares de la prensa encontrar las evidencias de cómo nuestro terruño se va desmoronando. Contemplarnos atrapados entre las puertas de hierro que nos encierran en nuestros propios hogares, mal protegiéndonos de lo que no han logrado protegernos los desorientados esfuerzos de quienes son responsables de mantenernos seguros, diluidos ante el poder del mal que se alimenta de la pobreza, del desempleo, de la falta de educación y de la desesperanza, como un monstruo insaciable. Los medios recogen diariamente hechos que nos aterran, familias quemadas, personas que se venden para destruir hermanos, asesinos a sueldo prestos a limpiar pecados de los que no son jueces, aunque sí muy probablemente cómplices. Hemos llegado al tiempo donde lo real y lo imaginario se confunden en la ficción y donde ya un pelo del bigote del maestro no significa nada y es más, el bigote pasó de moda.
Aquellos que se llaman líderes utilizan un lenguaje gastado, aéreo, retórico, lleno de promesas que no soportan el más elemental de los análisis. Escasea hasta el sentido común para dar respuestas a un pueblo cansado de que le vendan las mismas esperanzas con los mismos subterfugios. En la política el arroz con mango es el plato dispuesto para la mesa, y aquellos señores que conocimos con nombres y apellidos, que levantaron sus familias a golpe de honor más que de tráfico de influencias y de dinero, precedidos por el ejemplo de quienes hicieron lo mismo que ellos, han desaparecido casi por completo. Los que aún nos acompañan ya están para que otros peleen sus batallas. Necesitan un relevo.
Así como la basura llena las calles, los corazones se revisten con una coraza para sobrevivir a estos tiempos que parecen sacados de una novela barata y con protagonistas de chuflai.
Nuestros amigos se resisten al implacable escenario que nos rodea, tratando de buscar un escudo que proteja sus familias, pero nuestros tesoros más valiosos, aquellos que trataron de inculcarnos los maestros de talla y de honor, van despareciendo como la espuma de las olas cuando llega a la orilla de la playa.
¿Será que la decencia, la lealtad, la amistad sincera y el amor entre nosotros llegaron a la orilla del despeñadero? Los indios de las películas tenían razón cuando le enrostraban al "hombre blanco" que la civilización no se mide por el tamaño de sus casas y ciudades sino por el trato que se les da a nuestros semejantes. Como el perro, que ama su dueño y no traiciona ni se traiciona, que nunca se vende, deberíamos defender el estado de derecho que debería ser el único amo de nuestro reino.
Esta pequeña sociedad labrada por hombres con colgantes de titanio y mujeres con faldas de plomo tiene una disyuntiva frente a sus ojos, en el horizonte cercano, tan cercano como nadie se lo espera: o nos unimos como dominicanos y rescatamos nuestro legado que tanta sangre y sacrificio les costo a nuestros viejos, o nos ahogamos aún dando pie en la orilla que parece contenernos. Es tiempo para pensar y para reaccionar. Y para decirlo en buen dominicano, aquel que tenga miedo, ¡pues que se compre un perro prieto! .
victor suarez
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 

El Diario de Santo Domingo | Santo Domingo, Distrito Nacional, República Dominicana | 2010