Cuando leí que habían detenido a dos españoles y una dominicana en el aeropuerto de las Américas con droga, no me extrañó lo más mínimo en cuanto a la nacionalidad, pero sí a la forma. Air Europa permite al pasaje dos maletas de 23 kilos y pagando sesenta pesos extras por bulto, se puede llegar hasta los 32.
La cantidad de droga apresada, apenas permitía camuflar el polvo blanco entre la ropa y no pasarse de peso, lo que sería fácil de detectar al pasar el equipaje por el escáner. Me parecía que el trabajo era muy burdo. La DNCD, quizá por la personalidad del detenido –abogado en ejercicio en Barcelona- atendió las explicaciones y exculpó a los tres pasajeros que tenían asignado un equipaje que no les pertenecía, que efectivamente contenía la droga. La DNCD explicó a su modo lo sucedido, que resulta un mucho confuso para saber dónde realmente se produjo la complicidad.
Las dos líneas aéreas españolas tienen la misma forma de operar. La diferencia está en que Iberia sólo permite un bulto y Air Europa dos. El exceso de peso hasta los 32 kilos máximos, tiene el mismo precio. Cuando un viajero deposita las maletas en facturación –personalmente me pongo siempre en lo peor, por el tiempo que las maletas están en una custodia que hace aguas, por mucho circuito cerrado que se diga existe-, el encargado del «handing», saca tantos precintos como bultos. Una parte va para el equipaje y el resguardo se pega a la tarjeta de embarque.
Según se deduce de la actuación policial, alguien manipuló en el sistema de embarque y pudo asignar a un pasajero un equipaje que no era suyo, aunque a efectos del ordenador constase como tal. También podía ser que la persona que hizo el embarque, en lugar de asignar una maleta a un pasajero, marcase dos en el ordenador y sacase dos precintos aunque en realidad sólo pusiera uno. El otro precinto se pondría a una maleta «fantasma». Sorprende sin embargo que los tres detenidos pertenecen a una empresa privada que trabaja en el área del aeropuerto, como dice El Nuevo Diario (23 de enero de 2011). Todo parece indicar, por la explicación que dio la Dirección Nacional de Control de Drogas, la droga se detectó mucho antes de llegar a la zona de embarque, porque fue nada más salir de facturación, cuando el escáner la detectó. Se encontró la droga, se buscó a quien pertenecía el equipaje por la facturación.
Si es cierta la reconstrucción de los hechos, la participación de los tres detenidos no parece muy justificada. Y si realmente son culpables, convendría que la DNCD explicase bien, como es posible alterar el ordenador de facturación por personal ajeno al mismo y a la compañía local que hace el embarque. Como en otras ocasiones, la DNCD cerrará el caso –aunque diga lo contrario- con la detención de los tres «mindundis» y a otra cosa mariposa, por falta de interés en investigar a fondo. Las maletas con droga tenían que ser recogidas por alguna persona en la zona de equipajes de Barajas. El acceso está restringido a los viajeros. Lo normal es que las maletas conteniendo la droga, saliera por la cinta de equipajes y unas personas que hicieron el viaje, las retirara como suyas. Allí no verifican que quien retira un equipaje, sea realmente de su propiedad mediante el resguardo. Si no viajaron, las maletas tenían que ser retiradas antes de llegar a la cinta, luego entonces era más fácil que no llevasen precinto, para una buena y rápida identificación. El personal de rampa de embarque dominicano, sí podía meter en el avión ese equipaje, pero entonces no necesitaba asignarlo a otro pasajero.
Saber quien podía ser esas personas no parece difícil. Era uno o varios viajeros que los hacían sin equipaje o con una maleta. Tres sería sospechoso. Revistando la lista de facturación se podía tener una pista.
Los ciudadanos tienen derecho a conocer todos los «modus operandi» de los malhechores para ejercer todo el control que sea posible sobre el equipaje. La historia, pues, del decomiso hay que contarla bien. Ésta, posiblemente cierta, le falta coherencia lo que en futuro no debe de suceder. Ya que el Aeropuerto de Las Américas es incapaz de dar seguridad a los equipajes, debe advertirse a los pasajeros de lo que les puede encontrar, a fin de que tomen las medidas pertinentes.