MAS HISTORIAS

Friday, September 14, 2007

Apartheid” en español

Por:Rómulo Hernández

Manuel se desespera por llegar a tiempo a la escuela para recoger a su hija Isabel, de 10 años. Le preocupa qué clase de insultos le habrán dicho hoy sus compañeros de clase. Por su lengua nativa, la muchachita recién llegada a Estados Unidos, se acerca más a los niños hispanos, algunos de los cuales, en cambio, prefieren escribirle notas prejuiciosas y gritarle “negra”, utilizando el color de su piel como motivo de ofensa, igualmente en otras casos le llaman “Celia Cruz” con tono despectivo.
Cada día, el papá se ocupa de reforzarle la autoestima mostrándole ejemplos de personas de piel negra que han trascendido fronteras. Se ampara en la vida de Martin Luther King Junior o en las historias reflejadas en la cartelera escolar con nombres como Alice Walker (premiada feminista y escritora de “El color púrpura”), incluso en las ya antiguas biografías de Cleopatra o Nefertiti. Sin embargo, confiesa lo difícil de la tarea, al no contar con medios como la televisión en español, a su favor. Busca en vano “role models” o ejemplos que mostrarle, pero los canales, en su idioma, tienen espacio casi exclusivamente para personas de piel blanca y ojos claros.
Queriendo llamar su atención aprovechando lo atractivo de la pequeña pantalla se refiere a Oprah Winfrey, quien ha creado uno de los “imperios” más influyentes en los medios de comunicación estadounidenses mediante producciones televisivas y cinematográficas. Decide buscar sus émulos en conductoras de “talk shows” latinas, para apenas encontrar una lista conformada exclusivamente por mujeres de pelo rubio: Cristina, Laura de América, Mónica, Marta Susana, Rocío Sánchez, Maritere, Nancy Alvarez (“¿Quién tiene la razón?”) y Elba Escobar (“Qué mujeres”).
Indagando en otros espacios se topó con el horario de las cinco de la tarde. Igual situación. Animadoras rubias para “Primer impacto” y otras para “Al rojo vivo”, mientras en los noticieros nacionales encontró dos peli-amarillo más en las cadenas Univisión y Telemundo.
La negación a aceptar que la raza negra forma parte de nuestra comunidad latina se ha convertido en una norma en la televisión. Cuando un artista de piel oscura aparece, lo hace sirviendo café o abriendo puertas, si tomamos como ejemplo la columna vertebral de las programaciones en español, las telenovelas. O en peor situación, recibiendo una especie de vómito sobre su cabeza, por ejemplo, cada vez que el equipo, que representa, pierde una apuesta, como se da en el programa diario de concursos “Guerra de los sexos”, que transmite Telefutura.
En el campo dramático, cada par de años se retransmite uno de los mayores éxitos en cuanto a sintonía, “Marimar”, en donde una vez más aparece la sirvienta de piel negra, con un paño en la cabeza, falda ancha y larga y un hablar atropellado que sería la envidia de los doblajes de Tarzán. Este estereotipo lo presentó por primera vez el escritor cubano Félix B. Cagnet en “El derecho de nacer”. Lo copió burdamente de las matronas africanas, esclavas, durante la época de la colonia, imagen previamente conocida a nivel internacional en el film “Lo que el viento se llevó” por la laureada caracterización de la afroamericana Hattie McDaniel como “Mammy”. Sin embargo, ni Hollywood, señalado tantas veces como racista y prejuiciado, se quedó en aquella imagen producida para el cine hace más de 60 años.
En los medios audiovisuales latinos, aún insultamos a toda una raza humana al presentar como reales, a personajes representativos del peor recuerdo de la historia mundial, la esclavitud.
Pero el caso más descarado de discriminación y prejuicio, lo constituyó, la promoción de la novela “Adrián está de visita” (Luzbel, está de visita), primer tele-drama protagonizado por un actor negro y originado en Colombia. En las principales ciudades estadounidenses, de conglomerados latinos, pudimos ver gigantes vallas o “billboards” con fotografías de seis de los actores y actrices principales, pero el rostro de quien le da nombre a la telenovela, el actor Walter Díaz (de “¿Por qué diablos?" e "Isabel me la Veló") no aparecía por ningún lado. Seguramente los cerebros encargados del ‘marketing’ justificarían el hecho apelando al juego del misterio, pero luego de tantas décadas como televidentes va a ser más creíble que se trata simplemente de un hecho más de racismo ¿o no?
* Autor del libro "La mitad de un tamarindo".
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